un párrafo, una estrofa, unas líneas… cada día o de vez en cuando.

Galeano

Utopía

La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.

Eduardo Galeano


La dignidad del arte

Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen con qué.

Cuando me viene el desánimo, me hace bien recordar una lección de dignidad del arte que recibí hace años, en un teatro de Asís, en Italia. Habíamos ido con Helena a ver un espectáculo de pantomima, y no había nadie. Ella y yo éramos los únicos espectadores. Cuando se apagó la luz, se nos sumaron el acomodador y la boletera.Y, sin embargo, los actores, más numerosos que el público, trabajaron aquella noche como si estuvieran viviendo la gloria de un estreno a sala repleta. Hicieron su tarea entregándose enteros, con todo, con alma y vida; y fue una maravilla.

Nuestros aplausos retumbaron en la soledad de la sala.

Nosotros aplaudimos hasta despellejarnos las manos.

El libro de los abrazos, E. Galeano


Los ricos, obligados a la clandestinidad

Los helicópteros atraviesan los cielos de la ciudad de San Pablo, yendo y viniendo entre las prisiones de lujo y las azoteas de los edificios del centro. Las calles, secuestradas por los malandrines, envenenadas por la contaminación, son una trampa que más vale eludir. Fugitivos de la violencia y del smog, los ricos están obligados a la clandestinidad. Paradojas del afán exhibicionista: la opulencia está cada vez más obligada a recluirse tras altas murallas, en casas sin cara, invisible a la envidia y la codicia de los demás. Se alzan microciudades en las afueras de las grandes ciudades. Allí se agrupan las mansiones, protegidas por complejos sistemas electrónicos de seguridad y por guardias armados que custodian sus fronteras. Así como los shopping centers equivalen a las catedrales de otros tiempos, estos castillos de nuestro tiempo tienen torres, almenaras y troneras para divisar al enemigo y mantenerlo a raya. No tienen, en cambio, el señorío ni la belleza de aquellas viejas fortalezas de piedra.

Patas arriba. La escuela dle mundo al revés. E. Galeano


La televisión/3

La tele dispara imágenes que reproducen el sistema y voces que le hacen eco; y no hay rincón del mundo que ella no alcance. El planeta entero es un vasto suburbio de Dallas. Nosotros comemos emociones importadas como si fueran salchichas en lata, mientras los jóvenes hijos de la televisión, entrenados para contemplar la vida en lugar de hacerla, se encogen de hombros.

El libro de los abrazos, E. Galeano